miércoles, 13 de febrero de 2013

Capítulo V

De repente un salto al vacío, miedo, angustia...una sensación que nace en las entrañas, sube hacia la cabeza, sudor…¡y me despierto!...Necesito bastantes minutos para ubicarme; ¿Dónde estoy?, en casa; ¿Qué día es hoy? ¿Qué hora es? Jueves… 3 de enero, miro el despertador en mi mesilla de noche, casi son las 10 de la mañana, ayer me dieron el alta en el hospital, anoche no podía dormir, terminé por tomarme un relajante, y poco a poco voy deshilando la confusión en la me encuentro, visitas en casa, familiares y amigos, celebración, alegría por volver a casa, por estar viva…y de repente ¡Gilbert!, la nota, ¡Gilbert! No voy a esperar más, esta tarde iré a verlo…sí, anoche tomé esa decisión, y la excitación que me produjo hizo que no pudiera conciliar el sueño, por eso tomé un relajante. Ufff!! Que pesadilla, de camino a la ducha me persiguen las imágenes de todo lo que he soñado, me parece increíble que toda esta película se haya proyectado en mi cerebro en apenas unas horas. Mientras me ducho, y siento la calidez del agua en mi piel desnuda evoco sentimientos rescatados de ese sueño, los besos de Gilbert, las caricias, el deseo; me recreo en ello, lo revivo ya despierta…no me parece haberlo soñado, me parece haberlo vivido, quizás sean las ganas de vivir algo así lo que ha llevado a mi subconsciente a liberarse. Salgo de la ducha, enciendo la radio, suena “come away with me” de Norah Jones, y me sorprendo sonriendo y cavilando como cuando era una adolescente, empieza otra canción, ahora no presto atención a la letra, hay algo que no me permite disfrutar plenamente de este instante, ahora son otras las imágenes del sueño que me vienen a la cabeza, nos observan, huyo, peligro, golpe, sirenas,…hospital, el corazón se me va a salir del pecho, ¿qué está pasando? Sigue la consecución de imágenes agolpándose demoledoramente, tengo que sentarme, aun sin vestirme, enrollada en la toalla; ¿registros policiales, huídas, persecuciones? – Elena, vamos a tranquilizarnos - ¿qué vi anoche en la tele? Debí hacer un cóctel de sentimientos, imágenes televisivas y tranquilizantes, eso ha sido, respiro profundamente y me dispongo a vestirme, estoy de baja aun, no me encuentro en mi mejor momento físico, dolorida y algo magullada, pero tengo el día por delante y debo prepararme para la cita de esta tarde, voy a ver Gilbert y automáticamente ante este pensamiento, de nuevo toda una procesión de fotogramas pasa en décimas de segundo por mi cabeza, parecen más recuerdos qué imágenes de un sueño cualquiera. Vuelvo a estar asustada, lo mejor será salir, despejarme que me dé el aire, distraerme un poco. Llamo a la peluquería, allí pasaré algunas horas desconectada y por lo menos harán algo por esta aspecto fantasmagórico que me ha dejado la estancia en el hospital. Termino de vestirme, y salgo, ya en el ascensor hago el amago de tocar el botón del sótano donde se encuentra el garaje, pero rectifico rápidamente, pulso el botón del bajo que conduce directamente a la salida del edificio; no conduciré, aún no me siento con ánimos ni fuerzas para ello, tomaré el tranvía y luego andaré un poco por La Laguna, me gusta, me relaja callejear en esa ciudad y todavía tengo tiempo antes de mi cita en la peluquería. A pesar de que intento con todas mis fuerzas desviar mis pensamientos a trivialidades, miro escaparates y observo a los transeúntes, inventándome historias sobre sus vidas (actividad que practicábamos animadamente en tiempos de colegio; y que aún hoy no sé por qué sigo haciendo mentalmente); no consigo quitarme el sueño de la cabeza, cada vez voy recordando más partes, el hilo conductor y pese a que todo es muy surrealista, sigue habiendo cosas que más me parecen recuerdos y certezas que producto de mi poderosa imaginación. Hay algo que no encaja en todo esto y esta tarde creo que averiguaré qué es… Cuando llego a la peluquería todos me saludan y me pregunta cómo me encuentro, son muy amables y en parte me molesta, porque lo que me apetece es seguir sumida en mis pensamientos, aunque no era eso el motivo que me había sacado de casa. Así que les contesté, bromeé incluso con mi estancia en el hospital comparándolo con unas vacaciones y por un rato me dejé llevar del placer del dejarme hacer…Ya instalada bajo el aparatoso secador de pié, que te invita a todo menos a relajarte, mi mente vuelve a intentar resolver todo este puzzle del que, sin lugar a dudas faltan más de la mitad de las piezas. Vuelvo a Gilbert, lo visualizo, lo escucho, y me sorprendo con la seguridad de que ya lo he escuchado antes, su olor, ¡dios mío yo sé a qué sabe ese hombre!! Me sobresalto, estoy segura, lo conozco, y en profundidad, pero porqué no consigo encajarlo en mi vida, me sonrojo y no por el secador, uno de los peluqueros se percata y me baja la intensidad del calor, yo pongo cara de circunstancia, pero cuento el tiempo que me faltan para salir de allí, necesito que me dé el aire, necesito hablar con él; él quiere hablar conmigo, de lo contrario no me habría dejado esa nota, ¡miiierda! no pides ayuda a una desconocida, salvo que estés chalado o creas que ella lo está más que tú. Algo importante se ha borrado de mi mente y ambos sabemos que tengo que recordarlo. Tengo su nota en la cartera, la vuelvo a leer, “un beso tierno”… sé a qué besos se refiere, puedo sentirlo; me pide ayuda, me preocupa enormemente y eso no se siente por un desconocido. Otro flash del sueño, ¿la cepa Altrou? ¿Qué es eso? Cojo el móvil y busco en internet, no encuentro nada al respecto, ninguna cepa con ese nombre, ahora estoy asustada, dejo el móvil en el bolso, la nota en la cartera e intento concentrarme en una revista. Dos horas más tarde, salgo de la peluquería con una imagen más que aceptable, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos, tengo que contestar algunas llamadas perdidas en mi móvil, casi todas de mi madre, debe estar preocupada, sobre todo tengo que tranquilizarla e inventarme alguna excusa que me permita pasar el resto del día sola o aparentemente sola. Salgo airosa inventándome una historia que no sé si seré capaz de recordar. Está todo listo, nadie llamará para ver donde estoy o qué estoy haciendo. Tengo la tarde “libre”. Me dirijo rumbo a casa de nuevo en el tranvía, he de cambiarme de ropa y comer algo, más por necesidad física que por apetito, tomaré los medicamentos e iré caminando al hotel donde se aloja Gilbert, pienso en ese nombre Gilbert, Gilbert, sé quién eres, pero ese nombre no me encaja. …Sus tacones resonaban con determinación en el silencio de la ciudad mientras caminaba hacia el hotel. Esperaba que el recepcionista le hubiera dejado a Gilbert su mensaje. No podía esperar más. Venía soñando, sólo soñando, desde hacía ya muchos años en algo así. El destino le presentaba un reto mientras sus ojos se tornaban rojos y ámbar primero o verde esmeralda después al ritmo caprichoso de los semáforos de cada cruce. Necesitaba desesperadamente algo de tiempo para pensar, pero sólo podía dominar a ratos su ansiedad esperanzada. Reconoció desde lejos la silueta de Gilbert en la acera frente a la puerta giratoria del hotel. Armand esperaba ver a Elena descender de un taxi. En apariencia tranquilo comenzó a andar a ninguna parte cuando el silencio de la noche le llevó el rumor de unos pasos de mujer; se giró lentamente y allí estaba Elena que se había detenido a escasos metros de él cuando con una sonrisa irresistible le dijo en francés, casi susurrando: —Bonne nuit ma chère Elena —Ella quiso guardar aquella imagen para sus recuerdos y prolongó algunos segundos el silencio mientras observaba a Gilbert delante de una florida buganvilla bajo las luces cambiantes de la ciudad dormida. Me sentí como si ya hubiera vivido esa situación, ahí estaba frente a mí y supe que no era la primera vez que lo veía fuera del hospital. Su mirada también confirmaba mis escasas dudas. Con cierto semblante de preocupación pero sin dejar de sonreír, caminamos unos minutos en silencio, sin duda algo le preocupaba, avanzaba observando todo y a todos. Yo mientras caminaba a su lado dándole vueltas a cómo empezar la interminable lista de preguntas que quería hacerle. Después de unos minutos caminando en dirección hacia el centro, y de intercambiar algunas trivialidades, me invitó a entrar en una cafetería, el lugar era pequeño y estaba concurrido, Gilbert, observó aliviado que en el fondo había una mesa donde casi no podía vernos ni el personal del establecimiento. Tomamos asiento y yo presa de cierta ansiedad, me lancé a preguntar: - Gilbert, ¿ya nos conocemos, verdad?- me sonrojé sin saber porqué mientras le hacía la pregunta. Su expresión oscilaba entre el alivio y la preocupación, y antes de que yo continuara con toda la disertación que había preparado, sobre mis especulaciones y mis lagunas, hizo un gesto para que guardara silencio y habló: - Elena, no sé qué es lo que recuerdas exactamente, por lo que pude averiguar en el hospital recibiste un golpe muy fuerte, y cuando nos cruzamos en el pasillo la primera vez y vi que no me reconocías, no supe si llorar o alegrarme por ti; pero lo cierto es que no tenemos tiempo de ponernos al día, no puedo explicártelo todo ahora y en cierta medida es lo mejor para ti, cuanto menos recuerdes, más segura estarás. Por supuesto que nos conocemos- al decir esto noté que se emocionaba- y todo se ha complicado demasiado, no debí venir a Tenerife, pensé que aquí podríamos estar seguros pero lo único que he conseguido ha sido ponerte en peligro, y debo solucionarlo como sea. Ni tu accidente, ni el mío fueron fruto de la casualidad, no estábamos juntos, pero creen que tú tienes la información que no han conseguido que yo les dé.- Inspiró hondo para proseguir su monólogo y me sorprendió que su español era mucho más fluido que el que utilizó cuando entró en mi habitación en el hospital- Elena, pensé que iba a tener la oportunidad de poder explicártelo todo y por eso te dejé la nota, pero han vuelto a encontrarme, esperaba que me hubieran dado por muerto después de mi caída en el Teide, pero no ha sido así, y ahora lo único que puedo decirte es que lo mejor por el momento es que abandones la isla, tómate un tiempo; después de un accidente así, tiene sentido y nadie se sorprenderá. Viaja, haz turismo, pero no indagues, no intentes buscarme, quizás sea mejor que no vayas a Francia por el momento, no sé…- por un momento pensé que se derrumbaría, se le veía agobiado, preocupado, su actitud me provocaba levantarme y abrazarlo, sentía cierta necesidad de protegerlo, pero por otro lado, todo lo que me decía no hacía más que aumentar mis lagunas y me bloqueaba, aproveché los segundos de su silencio y le pregunté… - Ya sé que esto es de locura, pero ¿tiene algo que ver con una cepa?- me sentí la mujer más estúpida ante esta pregunta porque casi me había convencido de que esa información era mezcla de alguna película y los tranquilizantes de la noche anterior, pero cuando vi que sus ojos se abrieron sorprendidos y más preocupados aún que antes, deseé no haber abierto la boca. - Elena, olvídalo. Olvídalo todo. Te repito que no intentes buscar ninguna información, esto no es juego. Me encantaría aliviar tu preocupación, resolver tus dudas pero por favor confía en mí. Intentábamos hacer las cosas bien, y nunca pensamos que esto diera un giro de 360º. - ¿de verdad esto que me dices tiene que tranquilizarme?- fue lo único que pude decir espontáneamente, y nos reímos del absurdo. Ahora estoy en casa, frente al ordenador, buscando un destino turístico agradable para huir, aun no sé de qué, ni de quién. No hubo más explicaciones, ni besos de despedida, ni abrazos alentadores, ni nada de nada, salimos por separado de la cafetería yo primero, y él minutos después, dándome tiempo mientras pagaba los cafés. Salí del establecimiento con una crisis paranoica que jamás hubiera imaginado que me podría suceder, tenía la sensación de que todo el mundo me seguía, me miraba, me controlaba. He cerrado la puerta todo lo que he podido, (la llave no gira más), también he cerrado todas las ventanas previa revisión de toda la casa, he hecho varias llamadas, para tranquilizarme yo, más que para tranquilizar a mis amigos y he comenzado a dejarles caer la idea de que me apetece hacer un viaje, desconectar,…He liado tabaco, y me he preparado una copa… intento revivir todo lo que me ha pasado esta tarde, pero doy prioridad a lo que me ha dicho Gilbert, que ya sé que no es su nombre, lo sé porque cuando lo vi mirándome bajo la buganvilla, pensé “Armand, ya estás aquí”. Tengo que salir de la isla, por la pantalla del ordenador desfilan un sinfín de destinos y no soy capaz de decidirme por ninguno, Roma, Amsterdam, Lisboa, Sudamérica tal vez…lo primero es salir de la isla, sí, eso será lo mejor, luego ya improvisaré; Barcelona me parece un buen destino inmediato y un punto de partida hacia Europa. Antes de despedirnos, me aseguró que de alguna manera, cuando fuera seguro para ambos se pondría en contacto conmigo, pero yo no lo tengo tan claro. ¿Qué es lo que tiene que solucionar? ¿y cómo? ¿Cómo voy a resolver yo todo mi situación aquí antes de irme? ¿Volveré a ver a Armand? Puede que no, pero ahora tengo que actuar rápidamente, no sé cuánto tiempo estaré fuera. Siento miedo, pero contradictoriamente una capacidad resolutoria se apodera de mí, como si no fuera la primera vez que tengo que tomar decisiones precipitadas y hay una atmósfera de aventura que me seduce…por primera vez en el tiempo que soy capaz de recordar siento un impulso superior a mí, de cierta seguridad, como si lo hubiera estado esperando.

4 comentarios:

  1. Me gusta mucho este giro que ha tomado la historia.A ver que tal le irá a Elena en Barcelona y ?que será de Gilbert? o mejor dicho Armand.

    ResponderEliminar
  2. la historia ha tomado otros derroteros interesantes. Puede que Elena no vaya a Barcelona, o si? O a última hora escoja otro destino. A ver si en el próximo capitulo se nos desvela. Sería interesante que fueran apareciendo más personajes.

    ResponderEliminar
  3. Esta pieza, este capítulo, ha sido crucial para dar solidez a la historia. Yo siendo los siguientes escritores seguiría por ese narrador en primera persona que es Elena. Muy hábil el encajar los capítulos anteriores en un sueño y esa especie de amnesia que mezcla realidad y ficción en forma de puzzles que a partir de ahora se tienen que acoplar hasta devolvernos la historia completamente armada. Va bien, ahora sí.

    ResponderEliminar

Gracias por contribuir con tu comentario. Nos hace que la novela se edifique mejor.